Pancreatitis

¿Qué es el páncreas?

El páncreas es un órgano fundamental para la vida humana que se encuentra ubicado en el abdomen, a la altura del estómago y detrás de una “cortina” formada por el peritoneo, que es una membrana que cubre de forma interna la cavidad abdominal. El páncreas está implicado en múltiples funciones, pero las más relevantes son:

  • Funciones digestivas: entre ellas, destaca la producción de sustancias químicas o enzimas que se encargan de digerir determinados nutrientes presentes en nuestra alimentación.
  • Funciones hormonales: la más conocida es la regulación de los niveles de azúcar en nuestra sangre, a través del equilibrio entre la producción de insulina (que disminuye dichos niveles de azúcar) y de glucagón (que los aumenta).

¿Qué es la pancreatitis y qué tipos existen?

La pancreatitis es la inflamación del páncreas, y se pueden distinguir dos tipos, de acuerdo con su carácter:

  • Pancreatitis aguda: cuando la inflamación se produce sobre un órgano sano, de forma brusca, aguda y tras empezar se prolonga días. Muchas veces, aparece tras una ingesta de alcohol o una comida copiosa.
  • Pancreatitis crónica: si los problemas de inflamación se repiten a lo largo del tiempo, pueden ir generando daño de forma crónica.
    La ubicación recóndita y profunda del páncreas en nuestro abdomen hace que pueda producirse una posible extensión de la reacción inflamatoria desde este órgano al peritoneo. Esto, junto a la infección y sus consecuencias a largo plazo, convierten a la pancreatitis en una enfermedad potencialmente grave.

¿A quién afecta la pancreatitis?

La pancreatitis suele afectar a personas mayores de 35-40 años que presentan antecedentes de problemas en la vesícula o vías biliares o de alcoholismo. En este último caso, la aparición puede ser muy prematura, en personas de incluso 25 o 30 años.


¿Qué causa esta enfermedad y cómo se origina?

Las causas más frecuentes y que, en conjunto, provocan 8 de cada 10 casos de pancreatitis aguda son:

  • Trastornos biliares.
  • El alcoholismo: su acción directa produce inflamación en el páncreas, como en otros distintos órganos digestivos.
    Para explicar cómo se origina la pancreatitis hay que saber que en la anatomía del páncreas existe un “camino” común entre los conductos biliares, que vienen de la vesícula biliar con la función de soltar productos necesarios para el procesamiento digestivo de las grasas, y los propios conductos del páncreas, productores de enzimas que ayudan en la digestión. Cuando la vesícula biliar presenta cálculos o piedras (litiasis) estas pueden quedarse enclavadas en este camino común. Como consecuencia de este bloqueo, se produce una reacción inflamatoria en el páncreas.

En resumen, una piedra, el consumo agudo de alcohol u otras múltiples causas más infrecuentes pueden afectar al páncreas y desencadenar la inflamación de forma aguda o brusca o de forma más evolutiva.


¿Cuáles son sus síntomas?

Los síntomas de la pancreatitis aguda son:

  • Dolor abdominal intenso en la zona superior al ombligo. En ocasiones, se va hacia la espalda.
  • Náuseas y vómitos.
  • Fiebre: puede aparecer como expresión de la propia inflamación o de la infección secundaria.
  • En algunas formas en que la inflamación se acompaña de sangrado pancreático pueden aparecer manchas cutáneas similares a moratones en los costados o cerca del ombligo.
  • Colapso cardiovascular: los casos más graves pueden evolucionar a esta situación.

En ocasiones, la pancreatitis es indolora, lo que suele conllevar alta gravedad por el retraso en su diagnóstico.

Los síntomas de la pancreatitis crónica son:

  • Repetición de episodios similares a los de la pancreatitis aguda: cursa en forma de brotes.
  • Dolor: que puede variar en localización o carácter con respecto al de la pancreatitis aguda, si bien mantiene una intensidad severa.
  • Se produce un problema en la absorción de las grasas como consecuencia del fracaso del páncreas para producir determinadas enzimas. Esto se materializa en heces grasas de carácter pegajoso y amarillento, lo que se denomina médicamente esteatorrea.
  • El dolor puede conducir a la restricción alimentaria, lo cual, al darse mayoritariamente en sujetos con alcoholismo, puede generar pérdida de peso y desnutrición.

¿Qué factores de riesgo presenta la pancreatitis?

Junto con las piedras o cálculos biliares, el alcoholismo crónico, la obesidad y el sobrepeso como factores de riesgo, la pancreatitis puede darse raramente en casos de personas operadas de cirugía abdominal, pacientes de cáncer que afecte a la región de salida de las enzimas pancreáticas al tubo digestivo, así como en distintas enfermedades infrecuentes, entre las que destaca la fibrosis quística.


¿Qué complicaciones se derivan de esta enfermedad?

Aunque la mayoría de los casos de pancreatitis aguda son leves y cursarán sin complicaciones, las complicaciones pueden llegar a ser graves. Entre ellas, destacan:

  • Secuelas de la inflamación pancreática: puede quedar limitada al páncreas en forma de un flemón, un absceso o una formación parecida a un quiste.
  • Complicaciones de todo el organismo: muy variadas y que pueden poner en peligro la vida por daños pulmonares, cardiovasculares, gástricos, renales, metabólicos y de sistema nervioso central.
  • En la pancreatitis crónica las complicaciones tienen relación sobre todo con el fracaso del páncreas para realizar funciones hormonales y digestivas. Aparece así:
    -Aumento de los niveles de azúcar.
    -Deficiencia de vitamina A o de micronutrientes: a su vez, pueden dañar órganos como la retina.
    Reacciones más raras a largo plazo.
    -Cáncer de páncreas: según cómo evolucione la pancreatitis.

¿Cómo se trata la pancreatitis?

En los dos tipos de pancreatitis, no hay un tratamiento curativo. El de la pancreatitis aguda se enfoca en “dejar descansar” el páncreas mediante una dieta absoluta entre 2 y 4 días. Esto suele implicar la colocación de sonda nasogástrica, y la administración de analgésicos intravenosos e hidratación por vena. Este proceso se ha de llevar a cabo hospitalariamente en régimen de ingreso, tanto por sus necesidades específicas como por el riesgo de complicaciones graves.

Si hay litiasis demostrada, puede realizarse una técnica endoscópica o quirúrgica para abrir el conducto cerrado. Del mismo modo, hay circunstancias graves que requieren un tratamiento intensivo y altamente especializado que puede incluir la cirugía.

En resumen, en la pancreatitis aguda se recurre a preservar el páncreas y el funcionamiento de los órganos a través de medidas generales que permitan la remisión de la inflamación.

En la pancreatitis crónica, el tratamiento es analgésico y se administran fármacos que ayuden a que las enzimas pancreáticas realicen adecuadamente su función. Hay que tener en cuenta que, en estos casos, con cada brote habrá más daños que irán limitando el funcionamiento del páncreas.

Por otro lado, si se conoce la causa de la pancreatitis y es erradicable con cirugía, debe actuarse en este sentido. En ocasiones, incluso el dolor no tratable con medicación puede requerir el abordaje quirúrgico, así como algunas de las complicaciones que hemos mencionado.

10 Consejos ante la pancreatitis

  • 1. Infórmate a fondo.
    Debes hacer todo lo posible por conocer bien la enfermedad y sus síntomas, especialmente si perteneces a un grupo de población que presenta factores de riesgo (alcoholismo, piedras biliares, obesidad, sobrepeso…) para poder actuar en consecuencia.
  • 2. Limita la ingesta de grasas.
    Una alimentación sana, equilibrada y baja en grasas puede disminuir el aumento de colesterol y la hipertrigliceridemia, que son causas de pancreatitis aguda.
  • 3. No descuides tu dieta.
    Es importante que respetes y sigas al pie de la letra las indicaciones dadas por los profesionales en cuanto al tipo de comida y la hidratación que debes seguir. Hazlo especialmente ante dolores abdominales inexplicados o que hayan sido catalogados de tipo cólico, con el fin de intentar evitar la formación de litiasis y los problemas de digestión de grasas.
  • 4. Presta atención a tu peso.
    Por un lado, la obesidad y el sobrepeso son factores de riesgo de la pancreatitis, pero también debes vigilar si se produce una pérdida rápida de peso, por el aumento de colesterol que puede conllevar y la formación consiguiente de litiasis (piedras o cálculos biliares).
  • 5. Evita los hábitos tóxicos.
    Evita el consumo de alcohol habitual por encima de las recomendaciones establecidas, así como las ingestas altas en momentos concretos. El tabaco es otro tóxico que aumenta el riesgo de pancreatitis.
  • 6. Si tienes antecedentes, abandona completamente el consumo de alcohol.
    Si has padecido una pancreatitis aguda o ya tienes un diagnóstico de pancreatitis crónica, es fundamental que recurras a la ayuda profesional para conseguir dejar el alcohol con abstinencia completa lo antes posible.
  • 7. Presta atención a los golpes en el abdomen.
    Procura evitarlos y permanece atento en caso de que se produzcan traumatismos abdominales, ya que el páncreas puede desarrollar un proceso inflamatorio tras un golpe fuerte, por ejemplo en prácticas deportivas o de riesgo.
  • 8. No te automediques.
    Limita la toma de fármacos sin supervisión por parte de un profesional farmacéutico o sanitario. Algunos medicamentos muy útiles y habituales en patologías comunes pueden llegar a influir en la aparición de pancreatitis aguda en ciertos casos.
  • 9. Vigila ciertos síntomas si eres paciente de riesgo.
    Si has sido sometido a cirugía abdominal o a técnicas endoscópicas por problemas biliares o pancreáticos, extrema la cautela y consulta a tu médico ante la aparición de síntomas compatibles con la pancreatitis como el dolor, la fiebre o las náuseas.
  • 10. Sigue el consejo de tu médico.
    Tu médico especialista es el que realizará un seguimiento de tu caso, en cuanto a diagnóstico, tratamiento y evolución de la enfermedad. Ten en cuenta sus indicaciones en términos de necesidad de cirugía endoscópica o de otro tipo en caso de patología de la vía biliar.
    El bronceado artificial no protege frente al fotoenvejecimiento y conlleva un riesgo de cáncer de piel, según la OMS.