Legionelosis

¿Qué es la legionelosis?

La enfermedad fue descrita y bautizada como legionelosis por los investigadores del Center for Disease Control (CDC) de Atlanta y la bacteria causante fue denominada Legionella pneumophila. Sin embargo, la falta de métodos diagnósticos adecuados hizo que la mayoría de casos no llegasen a ser detectados hasta 1990, cuando se introdujo un nuevo test a partir de la orina. Desde ese momento, de acuerdo a datos del Ministerio de Sanidad, se ha convertido en la tercera causa en frecuencia de neumonía bacteriana.


¿Qué es la Legionella y dónde se halla?

La Legionella es una bacteria presente en todo el mundo, perteneciente a la familia Legionellaceae, que normalmente forma parte de la flora bacteriana de aguas superficiales, como lagos, ríos y estanques. Se trata de una bacteria muy resistente en su hábitat natural, capaz de sobrevivir en condiciones físico-químicas muy variadas. Aunque en su medio natural suele encontrarse en bajas concentraciones, a temperaturas de 20 a 45 grados se multiplica con rapidez -su temperatura óptima de crecimiento es de 35 a 37 grados-.

Por este motivo, puede encontrar condiciones óptimas para su reproducción y diseminación si llega a los sistemas de abastecimiento y distribución de agua de las grandes ciudades. A través de ellos, puede alcanzar instalaciones como los sistemas de agua caliente sanitaria, sistemas de agua climatizada, torres de refrigeración, centrales humidificadoras industriales, fuentes ornamentales y jacuzzis, cisternas de agua fría o caliente, sistemas de instalación interior de agua fría para el consumo humano como tuberías (especialmente en aquellas con flujo de agua escaso o inexistente), sistemas de riego o de agua contra incendios, etc.

Algunas de las anteriores instalaciones pueden, además, facilitar el estancamiento de agua y la acumulación de lodos y otras sustancias (como incrustaciones y corrosión presentes en las tuberías), que forman una biocapa, la cual, junto a la temperatura, constituye otro de los factores que contribuyen a que se reproduzca y prolifere la Legionella.


¿Cómo se transmite la Legionella?

En la actualidad, todavía no se conoce con exactitud la cantidad de bacterias necesarias para producir la infección en la persona, aunque se piensa que, posiblemente no es muy elevada en personas vulnerables. La probabilidad de desarrollar la enfermedad depende, por un lado, de la concentración de bacterias en el foco infeccioso y de su dispersión a través de aerosoles, y por otro lado, de factores que tienen que ver con la persona (edad, enfermedades asociadas, por ejemplo) y de la cepa de Legionella causante de la infección (hay tipos más virulentos que otros). La mayoría de las personas expuestas no  enferman.

La forma más frecuente de transmisión es por inhalación: los depósitos contaminados existentes en las distintas instalaciones de agua pueden dispersar en el aire gotas de agua que contienen la bacteria y cualquier persona expuesta puede respirar estas gotitas. De esta manera, la Legionella llega a su aparato respiratorio. También hay que saber, que, habitualmente, la legionelosis no se transmite de persona a persona, ni de animales a personas, ni por beber agua o ingerir alimentos contaminados.

Igualmente, la bacteria puede transmitirse por aspiración de agua potable contaminada, es decir, cuando agua o hielo contaminados acceden al aparato respiratorio (bronquios) en vez de al aparato digestivo. Esta forma de infección es más frecuente en el ámbito hospitalario y especialmente afecta a personas que, por alguna causa, presentan un bajo nivel de conciencia, como aquellos bajo el efecto de intoxicación alcohólica, que toman fármacos sedantes o presentan enfermedades que les conducen a la somnolencia y el letargo.

De hecho, en función del ámbito de exposición a la bacteria, la legionelosis puede ser hospitalaria o comunitaria, y también suele considerarse -con el fin de un mejor control epidemiológico de la enfermedad- como otro grupo aparte el formado por aquellas personas que han adquirido la enfermedad asociada a un viaje:

  • Hospitalaria (o nosocomial): el paciente se ha expuesto a la enfermedad en un hospital o centro similar, donde habitan personas con enfermedades diversas. La gravedad de estas formas de legionelosis suele ser mayor, debido a la vulnerabilidad de las personas a las que afecta. Dada la agrupación en un mismo servicio u hospital, la sospecha diagnóstica es más fácil de realizar.
  • Asociada a los viajes: los hoteles y determinados establecimientos vacacionales son lugares de riesgo por el estancamiento del agua, el uso intermitente de las instalaciones durante temporada baja y la existencia de riegos de aspersión para jardines, entre otras cosas. Resulta más difícil el diagnóstico dado que puede afectar a personas que residen normalmente en distintos puntos geográficos, por lo que los pacientes pueden regresar a sus lugares de origen enfermos sin que se conozca de los otros casos.
  • Extrahospitalaria (o comunitaria): el paciente se ha expuesto al agua contaminada en su ámbito habitual y no ha estado hospitalizado ni ha viajado.

¿A quién afecta la legionelosis?

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en Europa, Australia y Estados Unidos, se detectan aproximadamente de 10 a 15 casos de legionelosis por cada millón de habitantes. Entre un 75% y un 80% de todos los casos notificados se trata de personas mayores de 50 años, mientras que entre el 60% y el 70%, son hombres.

En España, de acuerdo con el “Informe de la situación de la legionelosis en España en 2015”, publicado por la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica Centro Nacional (RENAVE), ese año se notificaron 1.310 casos de legionelosis, 380 casos más que en 2014 (930 casos). La incidencia en hombres en 2015 fue 2,6 veces superior a la de la mujer, proporción que se mantiene desde 2010.


¿Cuáles son los síntomas de la legionelosis?

El periodo de incubación de esta enfermedad, cuya gravedad puede variar en gran medida de un caso a otro, es de dos a diez días. Si no se trata a tiempo, puede llegar a causar la muerte.

Entre los síntomas más comunes, se encuentran:

  • Malestar general, decaimiento, pérdida de apetito y letargo.
  • Dolor de cabeza (cefalea).
  • Fiebre (que con mucha frecuencia es alta), escalofríos y temblores.
  • En algunos casos, dolor articular y muscular.
  • Tos, que puede ser seca o con moco. En este segundo caso, en ocasiones, las flemas pueden ser expectoradas con sangre.
  • Problemas para respirar.
  • Dolor en el tórax.
  • Diarrea, nauseas, vómitos y dolor abdominal.
  • Problemas de equilibrio.
  • Confusión o alteración del estado de conciencia.

De no tratarse en la primera semana o aplicarse un tratamiento inadecuado, la enfermedad puede provocar secuelas cerebrales, así como llegar a ser mortal. En términos generales, la tasa de mortalidad por la legionelosis oscila entre un 5% y un 10%, de acuerdo a datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades.


¿Existen factores de riesgo?

Existen diversos factores que aumentan la probabilidad de desarrollar esta infección. Entre ellos, destacan:

  • Tener una edad avanzada (más de 65 años).
  • Ser varón.
  • Sufrir alcoholismo o ser fumador.
  • Padecer enfermedades como insuficiencia renal o diabetes.
  • Sufrir insuficiencia cardiaca o alguna enfermedad pulmonar crónica como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica(EPOC)
  • Seguir algún tratamiento con medicamentos o sustancias (quimioterapia, corticoesteroides…) que debiliten el sistema inmunológico. Es el caso, por ejemplo, de las personas que han sufrido un trasplante o los enfermos de cáncer.
  • Haberse sometido a una operación quirúrgica de manera reciente.

En el ámbito hospitalario, estar sometido a intubación, terapia respiratoria (respiradores, nebulizadores…) o al uso prolongado de sondas nasogástricas.


¿Cómo se trata?

El tratamiento de la legionelosis, que consiste generalmente en la administración de antibióticos, debe comenzarse lo antes posible, ya que la demora está asociada a un peor pronóstico. Aunque la curación suele ser completa, puede requerir tratamiento prolongado de hasta varias semanas o incluso meses.


¿Se puede prevenir la legionelosis?

La legionelosis no puede prevenirse a nivel individual, sino que solo se puede controlar aplicando distintas medidas higiénico-sanitarias en las instalaciones implicadas. Es decir, prevenir esta enfermedad, que se considera potencialmente erradicable, depende del buen mantenimiento, limpieza y desinfección periódicos de los sistemas de agua caliente, equipos de refrigeración, depósitos o circuitos de agua de los grandes edificios. Es necesario, por tanto extremar las medidas de higiene en hoteles, hospitales, cruceros, spas, etc.

En este sentido, el hecho de que la legionelosis esté vinculada con frecuencia a brotes comunitarios relacionados con este tipo de instalaciones, ha convertido esta enfermedad en centro del interés de los medios de comunicación.

En Europa, la Red de Vigilancia Europea de la Enfermedad del Legionario (ELDSNet), coordinada por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (EDCD), es la responsable de vigilar esta enfermedad.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.