Helicobacter pylori

¿Qué es la Helicobacter pylori y a quién afecta?

Según la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), más del 60% de la población porta esta bacteria en su interior, aunque la mayoría de las personas nunca llegan a saberlo: la infección por la bacteria Helicobacter pylories una de las más comunes que existen y suele persistir durante toda la vida.

La forma de espiral y los filamentos móviles -llamados flagelos- que posee este microorganismo en uno de sus extremos, y que le proporcionan movilidad, lo ayudan a aferrarse a la mucosa que reviste el estómago, donde irá creciendo. Además, produce amoniaco, que le ayuda a protegerse de la acidez de los jugos gástricos.

La bacteria produce una inflamación en el estómago, que puede provocar una gastritis crónica en la mayor parte de las personas infectadas. También se ha demostrado que, en ocasiones, la infección por esta bacteria puede desembocar en una gastritis erosiva y, eventualmente, en una úlcera. De hecho, es la principal causa de úlcera péptica y está relacionada, igualmente, con algunos casos de cáncer de estómago.


¿Qué vías de contagio de esta bacteria existen?

Presente en la saliva, las heces y la placa dental, el contagio de Helicobacter pylori puede producirse entre personas por contacto directo con la saliva, el vómito o la materia fecal -especialmente, cuando la persona portadora no se lava bien las manos tras cada deposición-. También puede ocurrir cuando alguien toca un objeto contaminado, como una toalla, y luego se lleva las manos a la boca. Sin embargo, no se conoce exactamente su mecanismo de transmisión.

La infección suele producirse en la infancia, mientras que es raro que pase en la edad adulta. En los países desarrollados, normalmente tiene lugar en el ámbito familiar, entre padres e hijos o hermanos, donde existe contacto en forma de beso y se comparten objetos con frecuencia. También puede darse entre las personas que viven en residencias de ancianos y otros recintos donde es habitual el contacto cercano.

En los países en vías de desarrollo, en cambio, es más común que el contagio se produzca a través de alimentos o aguas contaminadas con heces (vía fecal-oral). En todo caso, el riesgo de contraerla es mayor para las personas que viven en condiciones de hacinamiento o insalubres, sin acceso a agua limpia y potable, al igual que para quienes conviven con una persona que ya padezca la infección. De hecho, la prevalencia de la infección por Helicobacter pylori se acerca al 80% en las naciones poco desarrolladas, de acuerdo a la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD).


¿Qué síntomas y complicaciones se derivan de la infección por H. Pylori?

Aunque la infección no suele curarse por sí sola y casi todas las personas que la padecen desarrollan gastritis, no debemos alarmarnos sin necesidad: según la FEAD, solo entre un 10% y un 25% de las personas infectadas por esta bacteria presenta síntomas. Si estos aparecen, los más comunes suelen ser:

  • Hinchazón, ardor o dolor en el abdomen tras las comidas.
  • Pérdida de apetito y/o de peso.
  • Eructos, náuseas y vómitos.

Si la infección por H. Pylori se complica, puede dar lugar a un par de patologías más graves:

  • La llamada gastritis erosiva: que consiste en el desgaste o afinamiento de la capa de mucosa que reviste el estómago por dentro.
  • Úlcera péptica o gastroduodenal: debida a que la Helicobacter pylori aumenta la producción de ácido y de toxinas en el estómago y altera sus defensas. Esta úlcera se trata de una llaga más o menos profunda en la mucosa que recubre el estómago y que puede manifestarse con sensación de saciedad precoz al comer, problemas para beber la cantidad habitual de líquido, hambre o sensación de vacío en el estómago entre una y tres horas después de comer, acidez, náuseas leves, dolor en el estómago o en el tórax y pérdida de peso. Si hay sangre en el vómito o las heces, puede ser una señal de que la úlcera ha producido una hemorragia o perforado u obstruido el estómago. En este caso, debemos solicitar de inmediato asistencia médica.
  • Por último, aunque sea mucho menos frecuente, la infección por Helicobacter pylori puede llevar a desarrollar ciertos tipos de cáncer gástrico. Pero, de nuevo, no hay que ser alarmistas, ya que el riesgo de sufrir esta enfermedad es muy bajo, incluso en quienes están infectados por esta bacteria. No obstante, en algunas ocasiones, teniendo en cuenta la sintomatología y otros factores del paciente, el médico valorará la necesidad de realizar algunas pruebas para descartarla.

¿Cómo se elimina la H. pylori, una bacteria cada vez más resistente?

Como hemos comentado anteriormente, la infección por esta bacteria no se cura normalmente por sí sola, pero sí es posible erradicarla. No obstante, eliminar la Helicobacter pylori no es sencillo, porque esta bacteria muestra cada vez mayor resistencia a los antibióticos. Además, estos no actúan con tanta eficacia en un medio de gran acidez como el estómago.

Por este motivo, la primera opción de tratamiento que ha sido más ampliamente utilizada en nuestro país, combina dos tipos de antibióticos y un fármaco que disminuye la producción de ácido por parte del estómago como el omeprazol (Inhibidor de la Bomba de Protones). Para que sea eficaz, es muy importante completar el tratamiento pautado por el médico, habitualmente entre 10 y 14 días, así como las dosis indicadas. Durante este periodo, pueden aparecer algunos efectos secundarios como diarrea o mal sabor de boca, pero desaparecen al finalizar el tratamiento.

Si de esta manera no se logra eliminar la bacteria, se debe optar por una segunda opción de tratamiento de erradicación. En algunas ocasiones, la bacteria persiste por lo que hay que valorar otros regímenes terapéuticos. Por fortuna, una vez se comprueba que ha desaparecido la infección, es muy raro que vuelva a aparecer, por lo que no son necesarias revisiones o medidas especiales de prevención.

Consejos para prevenir la infección por H. pylory:

Para prevenir la infección por Helicobacter pylori, se recomienda tomar una serie de mínimas precauciones:

  • 1. Lávate las manos a menudo. 
    Sobre todo, después de ir al baño y antes de cocinar o comer. Hazlo minuciosamente, tomándote tu tiempo y utilizando agua templada y jabón. Sécate bien cuando termines.
  • 2. Cuida tu higiene alimentaria. 
    Esto quiere decir que conserves, prepares y cocines adecuadamente los alimentos. También debes mantener limpia las superficies donde los cocinas y almacenas, así como los utensilios con que los preparas.
  • 3. Sé precavido con el agua. 
    Bébela solo de fuentes limpias y seguras. y aumenta las precauciones cuando viajes a países en vías de desarrollo.
  • 4. Cuida la salud de tu boca.
    Recuerda que la Helicobacter pylori se encuentra también presente en la saliva y el esmalte dental.

Además, como esta infección está muy relacionada con la úlcera péptica, también puedes echar un vistazo a estas claves para sobrellevar mejor los síntomas que esta produce.

Fuentes

Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.