Colitis ulcerosa

Una enfermedad inflamatoria del intestino

La colitis ulcerosa (CU) es una enfermedad inflamatoria del intestino que afecta a la mucosa del colon. Pertenece a un grupo de trastornos conocidos como enferme­dades inflamatorias intestinales (EII), en el que también se incluye la Enfermedad de Crohn (EC).

Al contrario que esta, la CU afecta a solo un área del intestino, que se inicia en el recto y puede extenderse de forma continua (el Crohn lo hace de manera discontinua) hasta el ciego, la primera parte del intestino grueso. Se trata de una dolencia crónica y de carácter autoinmune –el sistema inmunitario ataca a los tejidos sanos-, que suele alternar brotes, caracterizados por la aparición de sintomatología, con periodos en los que esas molestias remiten.

También difiere de la Enfermedad de Crohn en que, en esta, la afectación tiende a ser de todo el grosor de la pared intestinal, mientras que en la CU implica a la mucosa, es decir, al recubrimiento interno de esa pared intestinal.


Entre los 15 y los 30 años

La colitis ulcerosa afecta tanto a hombres como a mujeres y suele aparecer en edades jóvenes (de los 15 a los 30 años), aunque puede afectar a personas de cualquier edad. También se da otro pico de incidencia entre los 60 y los 80 años.

Su incidencia, que parece ser mayor en los países occidentales que en el resto del mundo, es en España del 8 por 100.000 habitantes, según datos del Grupo Enfermero de Trabajo en Enfermedades Inflamatorias Intestinales (GTEII).


De causa desconocida

No se conoce la causa exacta de la CU, pero no se trata de una enfermedad infecciosa que pueda contagiarse ni tampoco es hereditaria. Sí parece existir una predisposición genética, por lo que los familiares de una persona ya enferma cuentan con mayor posibilidad de desarrollarla que otras.

Las personas que la padecen experimentan una respuesta inflamatoria exagerada ante determinados factores ambientales (virus, bacterias, componentes de la dieta, medicamentos antiinflamatorios no esteroideos), los cuales pueden cambiar en cada caso. Parece también que la flora intestinal individual puede jugar algún tipo de papel en esta respuesta inmune.


Sangrado del recto y diarrea, algunos de los síntomas

Los síntomas de la colitis ulcerosa dependen de la localización del segmento de intestino afectado y de la intensidad de la inflamación, siendo los  más frecuentes:

  • Rectorragia (sangrado del recto).
  • Diarrea líquida, frecuentemente acompañada por sangre y, en ocasiones, por moco.
  • Dolor abdominal, que suele aliviarse tras la defecación.
  • Urgencia defecatoria, es decir, un deseo imperioso de evacuar; incontinencia fecal en la que se escapan las heces; o tenesmo rectal, que es la sensación de no haber evacuado completamente, pueden también acompañar a esta enfermedad con bastante frecuencia y según la gravedad del brote. Estos síntomas se conocen como “síndrome rectal”.
  • Pérdida de peso, anemia y desnutrición. Se producen por varias causas: por una parte, la persona afectada reduce la ingesta de comida por temor a que aparezcan los síntomas. Por la otra, la mala absorción, debida a las úlceras intestinales, provoca la pérdida de nutrientes como las proteínas o el hierro o sales y, por último, la inflamación del intestino aumenta el consumo de energía del metabolismo.
  • Fiebre. Si es alta, sugiere una complicación grave de un brote, ya que puede ser indicativa de un proceso infeccioso derivado de la enfermedad.
  • Taquicardia. También es un signo que indica mayor gravedad.
  • Cansancio.
  • Estreñimiento, en aproximadamente un 10% de casos. Parece que en estos pacientes la actividad inflamatoria provoca un enlentecimiento del tránsito intestinal.

También pueden aparecer síntomas fuera del intestino, como artritis en las articulaciones, problemas circulatorios como la flebitis, reblandecimiento óseo y/o osteoporosis, retraso en el crecimiento, úlceras en la boca, problemas en la piel, conjuntivitis y problemas en los riñones o el hígado, entre otros.

No obstante, hay que decir que no existe ningún síntoma que sea exclusivo de esta enfermedad, por lo que, para llegar a un diagnóstico definitivo, suele ser necesaria la combinación de la sintomatología y otros datos de pruebas complementarias sugestivos de la enfermedad.


Diferentes grados de gravedad

Según su gravedad, la conocida como Clasificación de Montreal divide la CU en las siguientes categorías:

  • Colitis en remisión (colitis silente): no hay síntomas de la enfermedad.
  • Colitis leve: se producen cuatro o menos deposiciones al día con sangre, pero no hay otros síntomas como fiebre, taquicardia o alteraciones analíticas.
  • Colitis moderada: responde a criterios intermedios entre la colitis leve y la grave.
  • Colitis grave: se producen seis o más deposiciones diarias con sangre, fiebre, y taquicardia, y están presentes alteraciones en el análisis de sangre (como  aumento de los glóbulos blancos y de la velocidad de sedimentación globular o anemia), entre otros síntomas.

Algunas complicaciones: perforaciones y megacolon

En ocasiones, la colitis ulcerosa puede derivar en complicaciones como la perforación del intestino, hemorragia grave, megacolon tóxico (dilatación superior a 6 cm del colon), aparición de trombos en el interior de las venas, estrechamiento del colon (poco frecuente) y cáncer de colon. En este último caso, el riesgo de padecerlo está algo aumentado con respecto a la población general, dependiendo fundamentalmente de  la longitud de intestino grueso afectado y del número de años transcurridos desde el diagnóstico.


Tratamiento farmacológico o cirugía

El tratamiento de la colitis ulcerosa busca que los síntomas remitan, así como mantener esa remisión en el tiempo y prevenir nuevos brotes. De acuerdo a la gravedad de la enfermedad, se pueden administrar varios tipos de medicamentos:

  • Aminosalicilatos: ejercen una acción antiinflamatoria en la pared intestinal. Se usan para tratar los brotes leves o moderados y para prevenir las recaídas.
  • Corticosteroides: son muy eficaces para controlar a corto plazo los brotes graves, pero su efecto antiinflamatorio es muy potente y presentan efectos secundarios, por lo que no pueden usarse a largo plazo. Por otra parte, solo responden al tratamiento del brote aproximadamente la mitad de los pacientes tratados, según trabajos de la Asociación Española de Gastroenterología.
  • Inmunomoduladores: se administran solo en caso de CU grave o cuando los anteriores tipos de medicamentos no han surtido efecto. Modulan la reacción del sistema inmunitario, alterado por la enfermedad, para evitar la inflamación. Algunos de ellos se pueden utilizar también para mantener la remisión de la enfermedad, aunque los pacientes presentan una incidencia considerable de efectos adversos, lo que, en algunos casos, lleva a la retirada  de este  tratamiento.
  • Terapias biológicas o agentes anti-FNT: es una de las terapias más recientes, que se aplica en los casos graves de pacientes que no responden a otros medicamentos. Este tipo de medicamentos neutraliza la actividad biológica del FNT (factor de necrosis tumoral), una sustancia  que el propio cuerpo produce y que interviene en procesos que desencadenan la inflamación.

En los casos en los que el tratamiento basado en fármacos fracasa o, si se producen complicaciones severas como perforaciones, megacolon tóxico, hemorragias graves o cáncer, puede ser necesaria la cirugía. De acuerdo a datos de la Asociación Española de Gastroenterología y a otros informes de la Asociación Española de Cirujanos aproximadamente un 25%-40% de pacientes con CU requiere tratamiento quirúrgico para el control de su enfermedad.

Diez consejos para prevenir los brotes de colitis ulcerosa

Además del tratamiento farmacológico, las personas con colitis ulcerosa pueden introducir diversas medidas en su vida diaria que les ayudarán a mejorar su calidad de vida y a reducir el peligro de nuevos brotes y recaídas:

  • 1. Sigue una dieta completa y equilibrada.
    Es crucial para evitar la desnutrición y las carencias de nutrientes. En general, en los períodos de remisión, puedes comer de todo, solo debes evitar los alimentos que observes que, en tu caso, aumentan los síntomas. Si estás teniendo un brote con diarrea, conviene que elimines la fibra y sigas una alimentación adecuada. Estas recomendaciones son con carácter general y deben individualizarse según el caso.
  • 2. Come a pequeñas porciones y con mayor frecuencia.
    Realiza al menos cuatro o cinco ingestas al día y acuérdate de masticar bien y despacio los alimentos.
  • 3. Elimina el tabaco de tu vida.
    Es recomendable dejar este hábito, debido a sus efectos nocivos en general para la salud.
  • 4. No abandones el ejercicio físico.
    Durante los periodos de remisión, practica el deporte o actividad que más te guste. Te ayudará a sentirte bien y a mantener en forma tu organismo, lo que aliviará los síntomas.
  • 5. Controla el estrés.
    Los problemas intestinales pueden empeorar si no logras manejar el estrés en circunstancias y momentos problemáticos. Aprender técnicas de relajación, meditación o practicar disciplinas como el yoga o el tai chi puede resultarte útil para mejorar tu calidad de vida en este sentido.
  • 6. Evita ciertos medicamentos.
    No tomes ácido acetilsalicílico (aspirina), ni fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como el ibuprofeno y el naproxeno sódico porque pueden ser lesivos para el sistema digestivo.
  • 7. No dejes el tratamiento a medias.
    Las estadísticas confirman que un elevado porcentaje de enfermos de colitis ulcerosa lo hace, pero ello aumenta el peligro de recaída.
  • 8. Vacúnate contra la gripe todos los años.
    Y, si vas a ser tratado con  inmunosupresores y/o agentes biológicos, es importante que antes te asegures de que tu inmunización es la  adecuada frente a otras enfermedades infecciosas como el tétanos, la difteria, el sarampión, las paperas, la varicela y la hepatitis A y B, entre otras. Para ello, consulta con tu médico.
  • 9. Toma precauciones en lugares públicos.
    No dejes de disfrutar de las actividades sociales, pero cuando te encuentres en instalaciones públicas, toma la precaución de controlar dónde están los aseos y llevar siempre contigo toallitas húmedas o ropa interior de recambio. Haz lo mismo cuando viajes e informa a tu médico antes de partir.
  • 10. Sigue el consejo de tu médico si te indica revisiones periódicas con otros especialistas.
    Puede que las precises, ya que algunos tratamientos necesarios para el control de la CU pueden hacerte más susceptible de desarrollar otro tipo de problemas de salud, en todo caso prevenibles con los controles adecuados.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.