Melanoma

¿Qué es el melanoma?

El melanoma cutáneo, conocido también como melanoma maligno, es un cáncer que se origina en los melanocitos, que son las células que dan color a la piel a través de la producción de melanina. Esta producción de melanina es un mecanismo de defensa de la propia piel ante el sol y sus radiaciones. El melanoma puede aparecer en cualquier parte de la piel, especialmente en el pecho y la espalda en el caso de los hombres; y en las piernas, en el caso de las mujeres. También es común que aparezcan en el cuello y el rostro. Sin embargo, esto no significa que no puedan formarse en otras partes del cuerpo como los ojos, la boca o los genitales, pero no suele ser muy habitual. Normalmente, este tipo de tumores tienen color café o negro, puesto que sus células continúan produciendo melanina, aunque, si han dejado de hacerlo, pueden ser de color rosado o incluso blancos. Se trata del cáncer de piel menos común, pero, al mismo tiempo, del más peligroso, porque es más propenso a propagarse a otras partes del cuerpo o tejidos.


¿Quién padece melanoma?

Aunque el melanoma constituye menos del 2% de los casos de cáncer de piel, es la  causa de la gran mayoría de muertes por este tipo de cáncer, de acuerdo a datos de la American Cancer Society. En concreto, provoca seis de cada siete muertes por cáncer de piel, según datos de la guía “Prevención y tratamiento del melanoma”, publicada por la Consellería de Salud de la Generalitat Valenciana. El riesgo de padecerlo aumenta con los años, ya que la edad promedio al momento del diagnóstico es de 61 años, aunque se trata también de uno de los cánceres más comunes entre los menores de 30 años. Por otra parte, aunque afecta tanto a hombres como a mujeres, es más frecuente entre estas hasta la edad de 40 años y, posteriormente, afecta en mayor medida a los varones. En España, se considera uno de los tumores emergentes y su incidencia se ha incrementado de forma progresiva durante las últimas décadas, llegando a ser considerada alta. Según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), en los próximos veinte años el  número de diagnósticos por esta enfermedad en España  se habrá duplicado.


¿Qué tipos de melanoma existen?

Las principales variantes del melanoma son las siguientes:

  • Melanoma de extensión superficial. Es el más común en la raza blanca. Aparece hacia la cuarta o quinta década de vida, sobre piel en la que ha habido una exposición solar intermitente. Suele manifestarse como una mancha de color no homogéneo que aparece sobre un nevus (lunar) preexistente o sobre la piel normal.
  • Melanoma nodular. Es el segundo más común en la raza blanca y aparece con más frecuencia en varones. Lo más habitual es que se desarrolle en el tronco, pero puede aparecer en cualquier parte del cuerpo con forma de nódulo sobreelevado que crece muy rápidamente, en semanas o meses. Suele ser muy oscuro, aunque no siempre, y con frecuencia se produce sangrado o ulceración.
  • Melanoma sobre lentigo maligno. Afecta a las personas en torno a los 70 u 80 años y está relacionado con la exposición solar crónica (daño por el sol), por lo que aparece generalmente en la cara. La lesión suele empezar como una mancha hiperpigmentada que puede tener muchos años de evolución.
  • Melanoma lentiginoso acral. Suele afectar a las personas de unos 60 años y es el melanoma más frecuente en la raza negra. Aparece en la palma de las manos o en las plantas de los pies e, incluso, existe una variedad que se manifiesta como una banda pigmentada en la uña.

¿Cuáles son sus causas y factores de riesgo?

Como afirman expertos de la Clínica Universidad de Navarra, la exposición excesiva al sol, la aparición de quemaduras solares, así como los factores genéticos constituyen las principales causas de desarrollo de melanoma. En concreto, la radiación solar daña el ADN de las células, y los cánceres de piel comienzan cuando ese daño se produce en los genes que controlan el crecimiento de las células de la piel, que se expanden sin control. Por tanto, existen los siguientes factores de riesgo de desarrollar melanoma:

  • El fenotipo cutáneo. Las personas de ojos claros, piel blanca y cabello rubio o rojizo tienen un mayor riesgo de padecer melanoma, así como aquellas con presencia de múltiples nevus comunes (conocidos como lunares) o atípicos.
  • La exposición al sol. La luz ultravioleta produce cambios en el ADN celular y una estimulación de los melanocitos, los cuales, ante esta agresión, tienen dos mecanismos de defensa. Por un lado, el aumento de la producción de melanina, con el que la piel se oscurece. Y por otro lado, también reparan los daños en el ADN. Cuando la exposición al sol es excesiva, se sobrepasa esta capacidad de defensa de los melanocitos, que empiezan a multiplicarse de forma descontrolada, dando lugar al melanoma.
  • La edad. De acuerdo a la American Cancer Society, el riesgo de melanoma aumenta con la edad, pero al mismo tiempo, es uno de los cánceres más comunes en los adultos jóvenes, sobre todo en las mujeres.
  • Los antecedentes personales de melanoma u otros cánceres cutáneos. Una persona que ha padecido melanoma tiene un mayor riesgo de padecer melanoma nuevamente.
  • Los antecedentes familiares. Ente el 8% y el 12% de los casos de melanoma presenta antecedentes familiares.

¿Cuáles son sus síntomas?

El melanoma suele presentarse como una lesión pigmentada previa (nevus o lunares), que empieza a crecer de forma incontrolada. Los expertos recomiendan prestar atención a los siguientes signos (criterios ABCDE) a la hora de detectar un melanoma que se parezca o asocie a un lunar.

  • Asimetría. Cuando se compara una mitad del nevus con la otra y se ven diferentes.
  • Bordes irregulares o escalonados.
  • Color no-homogéneo. Puede variar de coloración, con partes marrones, negras o incluso azules o blancas.
  • Diámetro superior a seis milímetros. Es poco frecuente lo contrario.
  • Evolución. Se producen cambios en el tamaño, forma, color, relieve o síntomas del nevus como picor, dolor o sangrado.

Así mismo, también debe vigilarse la aparición de una lesión diferente a otras previas. Por ejemplo, que sea más negra o roja que otras que ya se tienen.


¿Cuáles son los estadios del melanoma?

La Clínica Universitaria de Navarra distingue cuatro estadíos de evolución del melanoma:

  • Estadio I. En el estadio IA, el tumor no mide más de un milímetro de grosor, no presenta ulceración y se halla en la epidermis. En el estadio IB, el tumor es un poco más profundo o sigue siendo superficial, pero existe ulceración.
  • Estadio II. El tumor ha superado los dos milímetros y se ha adentrado en el tejido subcutáneo. Puede presentar o no ulceración.
  • Estadio III. El tumor puede ser de cualquier grosor, con ulceración o sin esta. Se ha extendido a un vaso linfático y existe la posibilidad de que se haya propagado también hacia los ganglios linfáticos más cercanos.
  • Estadio IV. El cáncer se ha propagado a través de la sangre hasta otras partes del cuerpo como el intestino delgado, los huesos, el hígado, el pulmón o el cerebro

¿Cómo se trata?

Al igual que otros tipos de cáncer de piel, el melanoma suele ser curable en sus etapas iniciales, pero, si no se detecta de manera precoz, cuenta con más probabilidades de extenderse a otras partes del cuerpo que los otros tumores de la piel. En concreto, las tasas de curación se acercan al 90% en las fases iniciales del tumor, de acuerdo a la guía “Prevención y tratamiento del melanoma”, de la Consellería de Salud Valenciana. Por este motivo, es fundamental una detección precoz. El propio paciente debe seguir una rutina de autoexploración de la piel cada uno o dos meses y acudir a su dermatólogo cuando observe lesiones sospechosas. De acuerdo con la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV), el tratamiento fundamental y, a menudo, el único necesario, es una cirugía con la que se extirpa por completo el tumor con los márgenes adecuados. La intervención, que también sirve para confirmar el diagnóstico, puede llevarse a cabo a menudo con anestesia local y sin ingreso posterior, aunque en ocasiones, dependiendo del tamaño y ubicación de la lesión, puede ser necesaria anestesia total y una estancia hospitalaria breve. Posteriormente, se analiza la pieza completa y, en ocasiones, pueden ser necesarias pruebas complementarias como análisis de sangre, una radiografía del tórax, una ecografía abdominal, una tomografía axial computarizada (TAC), una ecografía ganglionar, o una resonancia magnética cerebral, de cabeza y cuello. Por último, puede realizarse también una biopsia selectiva del ganglio centinela (BSGC) para la estadificación del melanoma. En algunos casos, dependiendo de factores como el estadio del tumor en el momento del diagnóstico, pueden ser necesarios otros tratamientos como quimioterapia, radioterapia o inmunoterapia. Así mismo, tras el tratamiento o intervención, y para asegurarse de que el cáncer no reaparezca, el paciente debe realizar un seguimiento continuo y acudir al dermatólogo de manera regular, para que este realice una exploración completa de la piel y, si fuera preciso, de los ganglios linfáticos.

10 consejos para prevenir el melanoma

La mejor manera de luchar contra el melanoma es la prevención y protección frente al sol ( radiación ultravioleta A) y la detección precoz. Resulta crucial, por tanto, seguir las siguientes recomendaciones en nuestra vida diaria:

  • 1. Evita la exposición solar en las horas centrales del día.
    Los rayos solares son más fuertes y perjudiciales entre las doce de la mañana y las cuatro de la tarde. A cualquier hora la sombra es tu mejor aliada: camina al cobijo de árboles o edificios y usa sombrillas y toldos para protegerte, aunque no olvides que estos últimos no protegen totalmente contra la radiación solar.
  • 2. Utiliza fotoprotectores que te protejan frente a la radiación UVA, UVB e IR-A.
    Dependiendo de tu fenotipo, debes aplicarte un fotoprotector con uno u otro factor de protección, pero este nunca debe ser inferior a 30. Póntelo media hora antes de exponerte al sol y reaplica la loción cada dos horas y tras el baño. Elige, además, bálsamos labiales y maquillaje que contengan filtros solares.
  • 3. Consulta los índices ultravioleta e infrarrojos.
    Antes de la exposición al sol, es conveniente que te informes de estos niveles a través de canales como la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). En España, por su localización geografía, en verano suele tener un índice ultravioleta alto o muy alto (entre 6 y 10) . Hacerlo te ayudará a planificar las actividades al aire libre y a evitar la exposición en aquellos días en que la radiación es más perjudicial.
  • 4. Cuidado al aire libre.
    Recuerda que las radiaciones solares se reflejan en los entornos con nieve (+80%), arena (+25%) y agua o hierba (+10%), lo que provoca que aumenten sus efectos al incidir directamente sobre la piel. La radiación también aumenta con la altura, como en entornos de montaña. En estos casos, se deben emplear fotoprotectores con factores incluso más altos.
  • 5. Protege tu cuerpo con la ropa adecuada.
    Los colores oscuros generalmente protegen mejor del sol que los claros, y los tejidos tupidos son más aconsejables que los más sueltos. Recuerda proteger también  zonas del cuerpo que suelen quedar olvidadas como los  empeines de los pies y las orejas. Y cubre tu cabeza con un sobrero, gorra o pañuelo.
  • 6. Usa gafas de sol para evitar los daños oculares.
    Es necesario que las gafas tengan una protección del 100% frente a los rayos UV, así como el certificado de haber superado todos los controles de la Unión Europea. La mejor protección para los ojos y la piel que los rodea son las gafas grandes, de tipo envolvente.
  • 7. Protege  a los niños del sol.
    Antes de los tres años, no es recomendable que los más pequeños estén expuestos al sol. Posteriormente, debemos aplicarles a menudo protección solar y protegerlos de la radiación con las prendas adecuadas. Trata de concienciar a tus hijos de los daños que puede llegar a provocar la excesiva exposición al sol, pues las quemaduras solares han de evitarse sobre todo en la infancia y la adolescencia.
  • 8. Huye de las salas de bronceado.
    La mayoría de los dermatólogos y organizaciones de la salud desaconsejan el uso de camas bronceadoras o lámparas de sol, pues emiten rayos UVA y UVB. En concreto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el uso de estos aparatos conlleva riesgo de cáncer de piel y que ningún menor de 18 años debería utilizarlas.
  • 9. Observa de cerca tu piel.
    Realiza  una autoexploración de tu cuerpo cada uno o dos meses. Comienza en pie con los brazos en alto, de frente, de cada lado y de espalda, continúa con los brazos, antebrazos y palmas de la mano, la parte posterior de las piernas, los espacios entre los dedos y las palmas de los pies. Después, con un espejo de mano, examina la parte posterior de tu cuello, la parte inferior de la espalda, las nalgas y los genitales.
  • 10. Acude al dermatólogo periódicamente.
    Además de hacerlo si observas lesiones pigmentadas sospechosas –nuevas o antiguas- en tus autoexploraciones, también debes concertar periódicamente una cita con tu dermatólogo para que inspeccione tu piel. Estas revisiones son especialmente importantes si presentas algún factor de riesgo como antecedentes personales o familiares de melanoma o un alto número de lunares.

Vídeos

¿Cómo protegerse correctamente del sol?
En esta entrevista la Dra. Aurora Garre habla sobre la incidencia del cáncer de piel melanoma y da consejos sobre cómo prevenirlo. Según la OMS, la incidencia del cáncer de piel en España ha aumentado un 38%; este aumento está relacionado con las quemaduras solares producidas durante la infancia.