Sonambulismo

¿Qué es el sonambulismo?

El sonambulismo se considera un tipo de parasomnia. Las parasomnias son un grupo de alteraciones del sueño muy variadas y, en general, benignas, que se manifiestan como una conducta o experiencia no deseada que tiene lugar durante el sueño. Se clasifican según la fase del sueño que aparecen y la forma en que se manifiestan. El sonambulismo constituye, junto con los terrores nocturnos y el despertar confusional, el grupo de parasomnias del despertar.

El sonambulismo suele tener lugar durante el primer tercio de la noche, coincidiendo con el episodio más largo de la fase del sueño no REM -sueño profundo-, en la hora o dos horas posteriores tras habernos quedado dormidos. En los adultos, puede ocurrir también durante el sueño superficial y en la segunda parte de la noche.


¿A quién afecta en mayor medida?

Según la National Sleep Foundation, entre el 1% y el 15% de la población sufre sonambulismo, y resulta muy frecuente en los niños, ya que la prevalencia desde los 4 a los 8 años suele ser del 10% al 20%, según datos de la Sociedad Española de Sueño (SES), y en la adolescencia tiende a remitir, de manera que pocas personas continúan siendo sonámbulas cuando llegan a adultos.


¿Cuáles son los síntomas del sonambulismo?

Cuando comienza el episodio de sonambulismo, la persona que lo sufre despierta bruscamente, pero de manera parcial. En este estado, lleva a cabo conductas motoras de menor o mayor complejidad, como sentarse erguido/a en la cama, mirar alrededor, gesticular, frotarse los ojos o caminar por la habitación o la casa. A veces, va al baño, mueve muebles, busca cosas sin sentido o se viste y sale a la calle, donde puede llegar a caminar distancias largas. Algunas personas incluso conducen un vehículo cuando están dormidas, o tienen comportamientos extraños, como orinar en un armario.

Generalmente, el paciente con sonambulismo mantiene los ojos abiertos y su nivel de alerta es suficientemente alto como para evitar objetos -aunque no siempre es así-. Pero, a la vez, su funcionamiento cognitivo, su consciencia y su capacidad de juicio están muy alterados. Si al mismo tiempo padece terrores del sueño, el sonámbulo puede llegar a gritar.

La duración del episodio de sonambulismo puede oscilar desde unos segundos hasta treinta minutos o una hora. La mayoría dura menos de diez minutos. En los adultos, la duración suele ser mayor que en los niños. Si no se le perturba, el sonámbulo suele regresar a su cama a dormir o seguir haciéndolo en cualquier otro sitio.

Normalmente, despertar a la persona que está sufriendo un episodio de sonambulismo es difícil. Después, no suele recordar qué ha ocurrido y puede estar confusa, agitada o desorientada. En ocasiones, también puede mostrarse agresiva contra quien lo ha despertado o intentar huir.


¿Qué causa el sonambulismo?

No se sabe con exactitud qué desencadena el sonambulismo, aunque, según la National Sleep Foundation, es más común en niños que sufren de apnea-hipopnea de sueño (pausas anormales en la respiración durante el sueño) y entre los que mojan la cama. También influyen los antecedentes familiares. De hecho, el 80% de los niños con sonambulismo tiene algún familiar con este problema, según datos de la Asociación Española del Sueño (ASENARCO).

El sonambulismo suele desaparecer por sí solo a partir de los 11 años.

Igualmente, parece que están relacionados con la aparición del sonambulismo factores como la fatiga, la ansiedad, haber dormido poco, mantener un horario de sueño irregular y el dormir con la vejiga llena. En el caso de los niños, pueden desencadenarlo también las enfermedades febriles. En el adulto, influyen también el estrés, la acción de algunos medicamentos como los sedantes y el consumo de alcohol. También pueden estar relacionados otros trastornos como el síndrome de piernas inquietas y el movimiento periódico de extremidades durante el sueño (son fenómenos que tienen alta relación entre sí y con frecuencia aparecen juntos) y la enfermedad por reflujo gastroesofágico.


¿Requiere tratamiento el sonambulismo?

Como hemos comentado anteriormente, el sonambulismo suele desaparecer por sí solo después de los 11 años de edad. Por tanto, no suele precisar de tratamiento, aunque puede ser necesario consultar al pediatra o a un especialista del sueño si el niño sonámbulo está somnoliento durante el día o si este trastorno interfiere en su vida familiar, social o, en adultos, en la esfera laboral. También puede ser necesario buscar ayuda médica si la persona se ha llegado a lesionar o existe un riesgo elevado de que lo haga o si aparece siempre asociado a momentos de mucha tensión o a problemas psicológicos.

Por tanto, los objetivos del tratamiento son promover la seguridad del sonámbulo e identificar y eliminar las posibles causas o desencadenantes. Para ello, el médico analizará qué factores -el cansancio, el estrés, el uso de medicamentos, enfermedades preexistentes…- pueden estar provocando el sonambulismo.

A veces, solamente con mejorar la higiene del sueño se puede solucionar el problema y también existe evidencia de que el tratamiento de la apnea obstructiva del sueño puede eliminar el sonambulismo. Si se identifican otros problemas que pueden precipitar la aparición de sonambulismo, como el síndrome de piernas inquietas o un reflujo gastroesofágico, hay que tratarlos de manera eficaz. Igualmente, fármacos como algunos ansiolíticos son, a veces, capaces de reducirlo, aunque no se debe plantear como primera medida terapéutica.

También puede ser útil recurrir a terapia psicológica si el estrés o problemas psicológicos están relacionados con los episodios de sonambulismo. En este caso, un especialista en salud mental puede aportar sugerencias para mejorar el sueño y enseñar a la persona sonámbula técnicas para reducir el estrés o para practicar la relajación.

No se debe despertar a la persona sonámbula.

Otra opción de tratamiento son los despertares programados, pero siempre ha de proponerlos y supervisarlos un experto. Consisten en despertar al paciente entre quince y treinta minutos antes de que se produzca el episodio. Entonces, se le mantiene despierto durante unos minutos y luego ya se le permite dormirse de nuevo. Con el fin de determinar cuál es el momento exacto, se observa previamente al sonámbulo durante un periodo de una a tres semanas y se lleva a cabo un registro o diario de su sueño.


Recomendaciones si tenemos a una persona sonámbula en casa

Unos hábitos saludables de sueño y descanso pueden ayudar a mitigar el sonambulismo, pero también es conveniente tomar medidas durante los episodios.

  • 1. Crea un entorno seguro.
    A pesar de lo que se cree, el paciente sonámbulo puede lastimarse fácilmente, pues puede chocar con algo, caer, salir a la calle y perderse… Por ello, asegúrate de que no hay cables, objetos o muebles con los que pueda tropezar, bloquea las escaleras con una valla o puerta de seguridad, asegura bien las ventanas y cierra la puerta de casa con llave. Mantén también fuera de su alcance los artículos con que pueda cortarse, pincharse o quemarse como, por ejemplo, cuchillos y estufas. Evita también que duerma en una cama alta, como, por ejemplo, el piso superior de una litera. Si se trata de un adulto, guarda bien las llaves de los vehículos.
  • 2. No es necesario que le despiertes.
    A pesar de que no es peligroso despertar a una persona sonámbula, tampoco es recomendable porque puede alterarse o agitarse más.
  • 3. Guíale con delicadeza hasta la cama.
    El sonambulismo en sí mismo no supone un riesgo para la salud, pero la persona sonámbula puede llevar a cabo acciones que acaben dañándole a él o a otros. Lo mejor es sí guiarle con calma de vuelta a la cama hablándole con frases sencillas en un tono relajado.
  • 4. No le cuentes qué ha ocurrido.
    Si se trata de un niño, es mejor no revelarle lo sucedido al día siguiente, para que no se resista acostarse de nuevo cuando sea la hora.
  • 5. Instala sistemas de alarma.
    Por ejemplo, coloca alarmas o campanillas en la puerta de la habitación la persona con sonambulismo que puedan alertarte de que esta ha salido de la habitación.
  • 6. Asegúrate de que duerme las horas suficientes.
    La falta de sueño puede fomentar el sonambulismo. Para evitarla, puedes hacerle acostarse más temprano o añadir una siesta corta después de comer. Asegúrate también de que la persona afectada mantiene un horario de sueño regular.
  • 7. Evita que tu hijo se active antes de acostarse.
    Procura hacer que no tome sustancias excitantes como el chocolate o bebidas con cafeína. E intenta desterrar las actividades o juegos violentos antes de ir a la cama.
  • 8. Procura que no se acueste con la vejiga llena.
    Asegúrate de que no bebe mucha agua antes de acostarse y de que va al baño antes de meterse en la cama.
  • 9. Convierte la habitación en un lugar tranquilo y confortable.
    Regula la temperatura y asegúrate de que no se cuelen luces o ruidos que puedan alterar su sueño.
  • 10. Intenta controlar el estrés y la ansiedad.
    Identifica los problemas que te causan tensión y desarrolla estrategias para lidiar con ellos. Exprésate a acerca de tus inquietudes y, si se trata de tu hijo, habla con él de lo que preocupa. También es una buena idea fijar una rutina relajante para antes de irse a dormir como leerle un cuento o darle un baño tibio.

Fuentes

*Esta información en ningún momento sustituye la consulta o diagnóstico de un profesional médico o farmacéutico.