Úlcera péptica

¿Qué es la úlcera péptica?

La úlcera péptica es una llaga o lesión más o menos profunda que se produce en la mucosa que recubre el estómago o la primera parte del intestino delgado. En el primer caso, se denomina úlcera gástrica, mientras que, en el segundo, se llama úlcera duodenal.

Normalmente, ese revestimiento o mucosa que cubre el tubo digestivo lo protege de la acción de los ácidos gástricos, necesarios para la digestión de los alimentos. Sin embargo, esta protección puede debilitarse por varios motivos, por lo que, a la larga, se acaba dañando la pared del estómago o del duodeno.


¿A quién afecta?

La úlcera péptica es una patología relativamente frecuente, pues afecta a entre un 5% y un 15% de la población de los países desarrollados, también en España. Esta prevalencia es todavía mayor en los países en vía de desarrollo y subdesarrollados.

La úlcera duodenal se suele diagnosticar hacia los 40 años y es más frecuente en varones, mientras que la gástrica no se diagnóstica hasta los 55 por término medio y afecta por igual a ambos sexos.


¿Qué causa la úlcera péptica?

Según la Federación Española del Aparato Digestivo, hasta hace algunos años se consideraba que era precisamente una producción excesiva de los ácidos gástricos la principal responsable de esta patología. De hecho, hasta los años 90 se consideraba que era una enfermedad crónica recidivante (que reincide en un paciente); actualmente, se sabe que tiene un origen principalmente infeccioso.

Así, las últimas investigaciones han permitido descubrir que las causas de que los ácidos comiencen a dañar las paredes del estómago y del duodeno son dos:

  • La infección por la bacteria Helicobacter pyroli (H. pylori): se trata de un bacilo cuyas propiedades biológicas le han permitido adaptarse al medio ácido del estómago. Las úlceras causadas por esta bacteria no se pueden prevenir, dado que aproximadamente el 50% de la población mundial está ya infectada por ella. Sin embargo, sólo entre un 10% y un 20% de estas personas desarrollarán en su vida una úlcera gástrica o de duodeno y el resto convivirá sin problemas con la infección.
  • El uso prolongado de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) (los más conocidos son el ácido acetilsalicílico o  ibuprofeno): este tipo de fármacos se utilizan a menudo para paliar procesos crónicos como el dolor o procesos reumáticos crónicos o bien procesos agudos como inflamación aguda o fiebre. En ocasiones, o utilizados en exceso, pueden provocar efectos secundarios indeseados como la úlcera gástrica o duodenal. Al contrario de lo que ocurre con las lesiones causadas por la bacteria Helicobacter pyroli, este tipo de úlcera péptica sí se puede prevenir.

¿Qué factores incrementan el riesgo de padecerla?

Existen diversos factores que incrementan el riesgo de desarrollar una úlcera péptica. Podemos apuntar los siguientes:

  • Genéticos. Diversos estudios confirman que la úlcera péptica es hasta tres veces más frecuente en los familiares de primer grado de las personas que ya padecen esta lesión.
  • La infección por la bacteria Helicobacter pylori. La H. pylori está presente en prácticamente el 90%-100% de los casos de úlcera duodenal y en el 60%- 80% de los de úlcera gástrica. Este bacilo puede transmitirse de persona a persona o de manera fecal-oral, por lo que las condiciones higiénico-sanitarias del paciente son determinantes. Por eso, esta infección es más frecuente en países no desarrollados, donde llega a afectar a casi el 80% de las personas.
  • Consumir de manera habitual medicamentos antiinflamatorios no esteroideos (AINE). Muchos estudios confirman la relación entre la ingesta de estos fármacos y los dos tipos de úlcera péptica, aunque el riesgo de lesiones por esta causa aumenta si la persona presenta varios factores:
    • Antecedentes de úlcera o de complicación ulcerosa.
    • Edad superior a 60 años.
    • Dosis alta de medicamentos AINE.
    • Uso simultáneo de corticoides o de anticoagulantes.
    • Coexistencia de enfermedad grave o de reflujo gastroesofágico.
    • Infección por la bacteria Helicobacter pylori.
  •  El tabaquismo. La relación entre la úlcera y el tabaco es muy clara. Los fumadores tienen el doble de posibilidades de padecer esta dolencia que el resto de la población. Además, el tabaco retrasa la cicatrización de la úlcera, favorece la reaparición de la enfermedad, puede disminuir la eficacia del tratamiento e incrementa las complicaciones.

¿Cuáles son sus síntomas?

En muchos casos, las úlceras son asintomáticas y sólo se detectan cuando se produce la primera complicación. En general, el síntoma más común es el dolor o ardor en la parte superior del abdomen, y que presenta unas características típicas que hacen sospechar la enfermedad: se localiza a la altura de la boca del estómago, aparece dos o tres horas después de las comidas y se calma con la ingesta de alimentos o antiácidos. Puede durar desde minutos hasta horas y, en ocasiones, incluso despierta a la persona afectada durante la noche. Estas molestias afectan al enfermo por temporadas más o menos largas y con períodos libres de molestias.

Así mismo, un gran número de pacientes debuta con una hemorragia (vómito de sangre o expulsión de heces negras y pegajosas o con puntos negros). Esta forma de aparición es más frecuente en ancianos y más si están tomando AINE.

Además del dolor, otros síntomas del paciente ulceroso son:

  • Náuseas.
  • Vómitos.
  • Modificación del peso corporal.
  • Anorexia.

¿Qué complicaciones puede llegar a producir la úlcera péptica?

Por orden de frecuencia, las complicaciones más frecuentes son la hemorragia, la perforación y penetración a órganos vecinos y el estrechamiento de la salida del estómago (estenosis pilórica).

  • Hemorragia digestiva. Es la complicación más habitual.
  • Perforación y penetración en órganos vecinos. La úlcera penetra todas las capas del estómago o del duodeno y alcanza la cavidad peritoneal, y en algunos casos atraviesa órganos vecinos como el páncreas o el hígado. Este problema, que puede llegar a provocar la muerte, se produce en un 5% de las personas afectadas y es más frecuente en varones. La hemorragia y la perforación se relacionan claramente con la ingesta de AINE.
  • Obstrucción o estenosis pilórica. La cicatrización y retracción de una úlcera duodenal puede estrechar el píloro – abertura que va del estómago al intestino delgado- y dificultar el vaciado del estómago. Es más frecuente en varones de edad avanzada, si bien se trata de una complicación poco frecuente. y todas las complicaciones son más frecuentes en fumadores

Por otra parte, se cree que sufrir úlcera péptica aumenta la probabilidad de padecer cáncer gástrico. Según la Organización Mundial de la Salud, la bacteria H. Pylori incrementa el riesgo de padecer cáncer de estómago. En este sentido, los factores de riesgo para esta enfermedad in incluyen los siguientes aspectos:

  • Infección de estómago por Helicobacter pylori.
  • Gastritis crónica (inflamación del estómago).
  • Anemia perniciosa.
  • Metaplasia intestinal (afección por la que el revestimiento normal del estómago es reemplazado por las células que revisten los intestinos).
  • Poliposis adenomatosa familiar (FAP) o pólipos gástricos.
  • Llevar una alimentación con alto contenido en sal, alimentos ahumados, y pocas frutas y verduras.
  • Consumir alimentos que no se prepararon o almacenaron correctamente.
  • Tener edad avanzada o ser varón.
  • Fumar cigarrillos.
  • Tener uno de los padres o hermanos que padecieron de cáncer de estómago.

¿Cómo se diagnostica?

La prueba más común para diagnosticar una úlcera es la gastroscopia. Se trata de un examen que permite visualizar las paredes del estómago y del duodeno, pues se realiza con un tubo flexible que se introduce por la garganta y que lleva incorporada una cámara. Esta técnica permite, además de confirmar o descartar la presencia de una úlcera péptica, de la bacteria Helicobacter pylori o de una infección, tomar biopsias (muestras de tejido) para conocer la naturaleza benigna o maligna de la lesión. Aunque es una técnica invasiva, no es dolorosa, pues se realiza bajo sedación.

Otra posible prueba diagnóstica es la radiografía de contraste, aunque es menos fiable que la endoscopia y no permite tomar biopsias.

Igualmente, se puede confirmar la infección por Helicobacter pylori como causa de la úlcera con una muestra de aire espirado o test del aliento de urea C13. El especialista puede ordenar también un examen de hemoglobina en sangre o de sangre oculta en heces.


¿La úlcera péptica se puede curar?

Sí, tanto en el caso de la úlcera causada por la infección del bacilo Helicobacter pylori como en el de aquellas relacionadas con el consumo de antiinflamatorios no esteroideos. En este segundo caso, el tratamiento consiste en la suspensión de la ingesta de los anteriores fármacos y la administración a la persona ulcerosa durante varias semanas de fármacos IBP (inhibidores de la bomba de protones) como el omeprazol, el lansoprazol o el pantoprazol, con el fin de lograr la cicatrización de la úlcera.

En el caso de infección por Helicobacter pylori, el tratamiento más eficaz combina tres medicamentos (un IBP y dos antibióticos) durante siete días, con el que se consigue eliminar la infección en el 80% -85% de los casos. En el resto de pacientes, se aplica un segundo tratamiento de rescate compuesto por un medicamento IBP y tres antimicrobianos.

Únicamente en el caso de las úlceras que no sanan o de complicaciones graves, como hemorragias intensas o perforación, pueden ser necesarios  procedimientos quirúrgicos o radiológicos.

10 consejos para prevenir y sobrellevar la úlcera péptica

Seguir una serie de recomendaciones saludables puede ayudar a prevenir la úlcera péptica y, si la lesión ya  se ha producido, a sobrellevar mejor los síntomas y favorecer el proceso de curación. Y es importante saber que si tienes una ulcera gástrica o duodenal, se puede llevar una vida normal.

  • 1. Olvídate del tabaco.
    O, al menos, reduce su consumo, ya que fumar es uno de los principales factores de riesgo de aparición de la úlcera péptica, y también puede retrasar su cicatrización y disminuir la eficacia del tratamiento.
  • 2. Come de todo, pero con sentido común.
    Al contrario de lo que se piensa, las personas que sufren úlcera péptica no necesitan seguir una dieta especial. No obstante, sí deben restringir los alimentos que con mayor frecuencia les producen dolor, ardor u otros síntomas.
  • 3. Modera el consumo de café y de comidas picantes.
    Aunque estos alimentos no son causantes directos de  úlceras, sí las pueden empeorar, por lo que las personas que sufren esta dolencia no deben abusar de ellos.
  • 4. Atención al alcohol.
    Lo mismo sucede con el consumo de esta sustancia: no está demostrada su relación con la aparición de la úlcera péptica, pero sí puede favorecer la aparición de complicaciones. Limitar el consumo de alcohol a no más de dos tragos por día.
  • 5. Los antiácidos y la leche, buenos aliados.
    Aunque ninguno de los dos curan la úlcera péptica, ambos pueden aliviar los síntomas y, por tanto, hacer más llevadera esta dolencia.
  • 6. No abuses de aspirinas y antinflamatorios no esteroideos (AINE).
    Una vez desarrollada la dolencia, este tipo de medicamentos deben suprimirse o tomarse de forma restrictiva, pero también las personas sanas deben moderar su ingesta y tomar sólo las dosis recomendadas. El paracetamol puede resultar una buena alternativa, aunque, en cualquier caso, nunca hay que automedicarse.
  • 7. Tampoco te excedas en el uso de protectores de estómago.
    En ocasiones, tenemos tendencia a tomar protectores de estómago con demasiada facilidad y por nuestra cuenta; sin embargo, debe ser el médico quien nos indique el uso de estos medicamentos.
  • 8. Vigila el aspecto de tus deposiciones.  
    Especialmente en las personas mayores, las heces negras y pegajosas o con puntos negros son el primer síntoma de que existe un sangrado digestivo causado por úlceras. Por tanto, hay que vigilar su aspecto como medida de prevención.
  • 9. Acude al médico al percibir los primeros síntomas.
    Al contrario de lo que se ha pensado durante mucho tiempo, la úlcera se puede curar y, en la mayoría de los casos, con un tratamiento por vía oral. El especialista realizará el diagnóstico correcto de nuestra enfermedad y nos prescribirá los medicamentos adecuados en cada caso.
  • 10. Cumple estrictamente con la prescripción médica.
    Para lograr la erradicación de la infección y la cicatrización total de las úlceras, resulta primordial que el paciente aplique estrictamente las pautas de administración dictadas por el especialista. También debe seguir el tratamiento hasta el final. El porcentaje de éxito depende en gran medida de ello.